miércoles, 25 de abril de 2007

Quan el mal ve d'Almansa a tots alcança


A riesgo de ser cansino por la cantidad de artículos aparecidos a lo largo del día de hoy sobre este tema creo que es de recibo tratar sobre la derrota de Almansa en esta, mi primera entrada a Baker Street. Sé que escribir de este tema en castellano es tan escandaloso como oír a un blavero pronunciar la palabra “tothom”, pero la realidad de nuestro territorio hace que elija la lengua más utilizada para expresarme, porque entre un alarde de patriotismo/nacionalismo o intentar que este artículo llegue a la mayor gente posible me quedo con lo segundo.

Hace trescientos años los valencianos perdimos más que una batalla, perdimos nuestros privilegios, nuestras leyes y nuestra lengua. Leído en esta corta frase parece algo de escasa importancia, algo que se mira de soslayo y pasamos a su lado sin percatarnos de lo que realmente hablamos, es decir, de la misma forma que el Consell está tratando el tema, a pesar de su supuesto valencianismo. En la actualidad nos puede parecer algo lejano, ya que, en la historia reciente sólo ha ocurrido lago parecido y fue de una forma más o menos voluntaria, y con esto me refiero a la aparición del euro. Cuando cambiamos de moneda fue un verdadero caos, la napolitana que el día 31 de Diciembre valía 120 pesetas pasó a valer 1,20 euros, pero al margen del alza desorbitado de precios me gustaría que cada uno recordara el trasiego mental que llevábamos entre euros y pesetas. Pues imaginad eso pero con todo lo que conocéis, que del día a la noche cambiaran las leyes matrimoniales, de sucesión, las medidas de la tierra, la moneda y que además nos prohibieran usar una de las lenguas en las que hablamos. Pues esto, señores, esto fueron los decretos de Nueva Planta.

Con este decreto de Felipe V se centralizó y castellanizó el Reino de Valencia, para variar los valencianos nos llevamos la peor parte, porque el Borbón no fue tan duro ni con Aragón ni con Cataluña pese a que la resistencia allí duró siete años más. Las consecuencias de la Guerra de Sucesión y de la Batalla de Almansa no sólo fueron políticas, ni Almansa supuso en sí una gran matanza de valencianos, ya que en aquel campo de batalla se enfrentaron dos ejércitos eminentemente francés por parte de Felipe V y angloportugués por parte del aspirante austriaco. Durante la guerra se cometieron brutales atrocidades, como en todas las guerras, y los borbónicos quemaron Villareal con todos sus habitantes dentro, un detalle de Cristóbal de Moscoso, y Xàtiva, obra de, en palabras de su coetáneo Miñana, el Molt Honorable Caballero D’Asfeld. Como Miñana y D’Asfeld darían para un artículo cada uno, me voy a saltar los pormenores del caso. Además se expropiaron tierras, se ajusticiaron a valencianos, se prohibió el uso de la lengua, se pusieron durísimas restricciones a los comerciantes valencianos, se les negó durante más tiempo que al resto de los territorios aragoneses el comercio con América, se abolieron las instituciones de gobierno, se militarizó el Reino, con todo lo que conlleva almacenar más militares de los debidos, siempre sobran, pero imaginad que aún hay más de lo normal y un largo etcéteras de desmanes que abocaron al Reino a una miseria de la que tardaría en reponerse y no sólo en el ámbito económico sino en el ámbito cultural. De hecho hay algo de lo que aún no nos hemos recuperado, y es que desde entonces la clase política ostentó un vil servilismo hacia Madrid que los políticos actuales aún mantienen. A pesar de ello muchos valencianos lucharon por aquello que creían justo, apoyaron al rey que más favorecía sus intereses y que les prometía seguir manteniendo sus libertades, aunque sus predecesores nunca se dignaron en visitar Valencia, costumbre que parece que continua entre los monarcas españoles.

Lo importante de este hecho es que no olvidemos que aquellos valencianos dieron su vida por la causa que creyeron mejor para ellos y que aprendamos a luchar por nuestros intereses, que de una vez por todas consigamos quitarnos el lastre con el que ya nos sentenciaba el Conde-Duque de Olivares en el siglo XVII con aquella frase de “los valencianos son muy muelles”. Que dejemos por fin de lado nuestros complejos, nuestros anhelos de ser el centro de la tierra y de una vez por todas plantemos cara a los especuladores, ¿o es que en aspiramos a que la Comunitat sea un enorme campo de golf?

No soy muy partidario de recordatorios históricos, pese a mi oficio, pero se echa de menos los ciclos de conferencias y actos sobre los Austrias y la Guerra de Sucesión que el PP valenciano prometió cuando subió al poder en 2003, pero claro se me había olvidado que las arcas del Consell se han vaciado pagando autobuses para defender en Madrid el Agua para todos, para todos los campos de golf querían decir. Y es que este Consell señores esta más preocupado del agua y de hacer la contra al señor Zapatero, cosa que me parece insólita porque el Presidente español sabe dejarse en ridículo bastante bien solito y con demasiada frecuencia, que de intentar culturizar a su pueblo.

Me agradaría concluir esta disertación con una frase que en mi exilio siciliano me dijo un amable profesor de derecho canónico, que por supuesto era una eminencia como todos los profesores de universidad italianos, conocido como il professore Bruno, “Los valencianos sois españoles casi siempre, catalanes cuando os interesa y valencianos cuando no os queda más remedio”.